miércoles, 20 de febrero de 2008

Huyendo de una comparación

Allá por el año 2001, seis amigos barceloneses formaron un grupo de música llamado La Caja de Pandora. Desde que irrumpieron en el panorama musical con el tema No me preguntes donde voy, su carrera no ha dejado de subir peldaños. Sin embargo, una comparación les persigue como una sombra oscura y pegajosa. Ninguna crítica les perdona que su estilo se parezca tanto al de Manolo García y en consecuencia a El Último de la Fila.

En términos estrictamente musicales el parecido es innegable. Tonos de voz muy parecidos, tintes aflamencados, melodías amables, etc. Pero para todo aquel que haya seguido de cerca la trayectoria de Manolo García y Quimi Portet, tampoco le será difícil encontrar diferencias. Las letras de La Caja son mucho más sencillas, suena más como grupo, con menos preponderancia del solista. Además, han explotado el sonido de la armónica, un instrumento que Manolo García abandonó al mismo tiempo que comenzaba su periplo en solitario.

La crítica nunca se ha portado bien con La Caja de Pandora. Ellos nunca negaron sus influencias, pero la prensa cambió ese término por el de imitación. Un juicio sin ley. ¿Cuántos clones deambulan por los escenarios? ¿Acaso cada cantante nuevo debe traer un estilo propio bajo el brazo? En la música lo más importante son las canciones, pues son ellas el leivmotiv. Y La Caja de Pandora sabe hacerlas y de calidad. Así que si se quiere calificar la música de La Caja como una copia, debería apostillarse al menos que es una copia de calidad.

Un día, cansados de tanta crítica desfavorable, el grupo escribió un tema titulado El cielo en dos. La canción es un arrebato de furia y genio, un canción dedicada a todos sus detractores, a todos aquellos que creyeron que su éxito sería flor de un día, a todos aquellos que le pusieron zancadillas en su carrera musical. Y añado yo, también podría haber sido dedicada a todos aquellos que nunca imaginaron que estos barceloneses pudieran hacer discos al nivel de los de Manolo García. Escuchen el último, "No perder el norte", y luego discutámoslo. El testigo del relevo generacional ya está tomado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece un insulto enorme decir que estos imitadores sacan discos a la altura de los de El Último de la Fila o del propio Manolo García en solitario.... Ni en sus mejores sueños podrán alcanzar tal nivel. La elaboración de las letras de Manolo García, el manejo de la lengua, del verbo, la voz, la música... distan años luz de estas sencillas imitaciones que sólo en la fachada albergan algún lejano parecido, pero que carecen del fondo que una letra de EUDLF ó Manolo García, puede contener.

"No confundamos la velocidad con el tocino", por favor!