viernes, 9 de septiembre de 2011

Las vergüenzas del periodismo

Siempre quise ser periodista. O al menos, nunca soñé con otra profesión. Supongo que por eso hinqué los codos durante el bachillerato con el fin de alcanzar la nota de corte y acceder a la carrera. Una vez en la universidad, el ambiente irradiaba optimismo y muchos de mis nuevos compañeros parecían tener muy claro lo que les depararía el futuro: presentador de televisión, corresponsal de guerra, columnista, locutor de radio... Yo cuadraba más en el grupo de los realistas expectantes que en el de los idealistas entusiastas, aunque el tiempo nos terminó demostrando a todos que entre el desalentador panorama laboral y la propia naturaleza de este mundillo no hay lugar para la elección.

Y es curioso, porque ya he perdido la cuenta de cuántas veces me han preguntado conocidos y familiares si yo quiero ser como Matías Prats, como José Ramón de la Morena o como María Patiño. Como si todo se redujera a esas opciones. Como si los 3.000 periodistas que se licencian cada año tuvieran el éxito al alcance de la mano. Y es que el periodismo no es como la gente se imagina. No sé si es mejor o peor que las distintas ramas profesionales, pero si sé que en mi terreno los currículums no sirven para nada, que los periodos en prácticas son interminables, que no puedes hacer planes para los días festivos, que el concepto de horas extra retribuidas no existe y que la posibilidad de optar a una plaza pública mediante una oposición es microscópica.

Tengo amigos que se graduaron conmigo hace cuatro años y aún no han cotizado un solo día. Pero lo peor no es eso, sino que se han dejado la piel y el dinero realizando el trabajo sucio de reputadas empresas sin obtener recompensa. Pagar para trabajar y no trabajar para cobrar. El mundo al revés. Yo también fui becario durante nueve meses en tres medios de comunicación diferentes y al parecer tengo que darme con un canto en los dientes por no haber sido explotado durante más tiempo. Pese a todo, el hecho de que consiguiera despegar con un contrato medianamente digno no significa que haya encontrado la estabilidad. De hecho, a día de hoy soy uno de los cinco millones de parados españoles.

En cualquier caso, lo que más me repatea de mi profesión no es la dificultad para labrarse un camino, sino la ausencia total de corporativismo. Uno mira de reojo a las huelgas de funcionarios, astilleros, agricultores, profesores, etc. y siente envidia de cómo se defienden unos a otros entre compañeros. En cambio, los periodistas hacemos la guerra por nuestra cuenta y somos tan listos (o tan imbéciles) que intentamos sacar provecho de los errores que cometen los colegas de otros medios. Algunos lo llaman competencia; yo lo veo más como cainismo. Y es que somos muy valientes para destapar escándalos, pero muy cobardes para expresar lo que verdaderamente pensamos y para cerrarles las puertas al intrusismo profesional. Usamos todas las artimañas que tenemos a nuestro alcance para escalar peldaños sin darnos cuenta de que así lo único que conseguimos es resquebrajar la escalera, es decir, la imagen de nuestro oficio.

Después de esta parrafada, usted, que me está leyendo, se habrá llevado la impresión de que estoy desencantado y asqueado con mi vocación. Pero se equivoca. El periodismo me apasiona igual o más que el día que empecé a soñar con ejercerlo; y sospecho que eso mismo le sucede a todos los comunicadores. Es nuestro gran talón de Aquiles. Amamos demasiado nuestra profesión, incluso tras haber visto sus vergüenzas.

5 comentarios:

CLAVE dijo...

Hola David, acabo de encontrarte y me gustan tus articulos..saludos...

David Díaz dijo...

Me alegra que te guste. Un saludo.

Anónimo dijo...

Por lo que escribe, creo que te gusta tu profesión.El periodismo actual tiene mucha competencia,sobre todo en televisión por el intrusismo de personajes que se hacen populares por los " escandalos" que aumentan los niveles de audiencia en este pais ( de bajo nivel cultural).
Respecto a los nuevos periodistas, creo que no se les brinda las oportunidades que requieren, como en cualquier otra profesión, ademas de cometerse abusos en horas y sueldo ,que para la gente que desconoce la profesión, creeran que no puede ser cierto,
Te animo, en que no decaigas en tu amor por la profesión,que estoy seguro que pronto encontraras lo que anhela.

Isabel Morales dijo...

Eres el puto amo...

Emilio Antolín dijo...

Eres un crack... tan claro y acertado como (casi) siempre...