sábado, 19 de abril de 2008

Desiertos de agua

Es joven y vive en África porque el destino quiso que naciera allí. La pobreza y la tristeza han sido sus amigos más fieles. Es consciente de que todas las esperanzas de su familia están puestas en él. Sabe que para ayudarles tiene que emigrar hacia Europa, hacia la riqueza, hacia la felicidad. Trabaja a destajo durante meses para conseguir el dinero suficiente para el viaje, sin descartar la limosna, intentando evitar el robo.

Cuando consigue reunirlo llega el momento de partir, de despedirse de sus seres queridos sin la certeza de que volverá a verlos. Recorre carreteras infames y caminos tortuosos haciendo autostop. No confía en nadie, protege su dinero del mismo modo que protege su vida. Suda, tiembla y medita en silencio. Sabe de dónde viene pero no hacia dónde va. Cuando llega a la costa de ese país africano que no es el suyo, llega la hora de confiar en alguien que no conoce, llega el momento de comprar clandestinamente su trayecto hasta Europa.

El tiempo pasa muy lento y también muy deprisa. Está en la arena de la playa, viendo el mar por primera vez en su vida. Es inmenso, le produce pánico y atracción a la vez. Se introduce en la patera, hacinado junto a muchísimas personas más. Mira a los ojos de los demás y ve reflejado en ellos su mismo miedo. Empiezan a avanzar y el estómago siente un cosquilleo brutal. Nadie habla, todos jadean. Vuelve a recrearse en el mar, jamás podría habérselo imaginado así. Lo compara con un desierto, con un desierto de agua.

Cada kilómetro de distancia recorrida le parece un abismo, las olas vienen y van sin cesar, pero es la noche quien intenta devorarlos. Después de unas horas, alguien grita, han llegado a la costa de Europa. Aparecen las primeras sonrisas, las primeras palabras en varios idiomas. A bote pronto el paisaje le decepciona, no parece un paraíso. Pero no hay tiempo para pensar, todos corren y huyen de no se sabe quién. Le dijeron el nombre de la ciudad a la que llegarían, pero ¿cómo saber a ciencia cierta que estaban en esa? Persigue al grueso del grupo. Ellos son lo único conocido en un mundo absolutamente desconocido.

1 comentario:

Yimi Zehcnas dijo...

Se nota que eres de la escuela de Ángel Acosta. Vamos, lo digo por el título jajaj.