El panorama político italiano se puede comparar con un barco que va pegando bandazos por aguas turbulentas. Bandazos de la orilla de la derecha a la de la izquierda, con un timón que hace tiempo dejó de funcionar. Y en medio de todo eso, un país en clara recesión económica, con unas diferencias entre norte y sur cada vez más acentuadas y unos personajes políticos de fábula.
Durante casi una década Italia estuvo gobernada por el carismático Silvio Berlusconi, líder del partido de centroderecha Forza Italia. Il Cavaliere ha sido relacionado con la mafia, es dueño de un equipo de fútbol (Milán) y preside Mediaset, uno de los mayores grupos de comunicación europeos. Gracias a ello, durante su mandato contó con el apoyo de varios periódicos además de las cuatro cadenas de televisión nacionales: tres suyas más la RAI pública. Ahí es nada.
Pero poco a poco su gobierno se fue desgastando, su política conservadora se quedó marchita y los italianos se hartaron de él y su monopolio mediático. Le llegó la gran oportunidad a la izquierda y a su cabeza pensante Romano Prodi. Dieciséis partidos tuvieron que unirse para desbancar del trono a Berlusconi y el resultado fue estrepitoso. Las promesas electorales de cambio y progreso fueron una pantomima, la inmigración crecía a un ritmo brutal y la izquierda italiana se rompió en añicos acabando con el poco crédito que le habían dado. Ni siquiera un año duró el gobierno de Prodi, que se vio forzado a dimitir.
Hace unas semanas los italianos se enfrentaron a un nuevo dilema en las urnas. Por un lado votar a la derecha, al despotismo de Berlusconi, a sus socios neonazis y a su diminuto programa electoral de cuatro ideas básicas. Y por el otro votar a la izquierda, con una teoría mucho más sensata pero con una credibilidad para echarse a temblar. Y los italianos optaron por la primera opción.
Pero ahora Berlusconi no gobernará solo. Tiene a su lado a Umberto Bossi, el líder de la Liga Norte, un partido de extrema derecha que representa mejor que nadie el nacionalismo padano. En su día propuso la secesión de las regiones del norte de Italia y entre sus principales propuestas para esta legislatura se encuentran la reducción de ayudas a las zonas del sur y acabar con la inmigración a cualquier precio. Esta última medida refleja los vaivenes en los que se mueve Italia. De tener las fronteras abiertas de par en par a cerrarlas a cal y canto. Ni una cosa ni otra. Alguien dijo que en el término medio está la virtud.
1 comentario:
El sistema político italiano es muy inestable, pero no es porque estén muy polarizados, o no es la única causa. Es porque el sistema político que hay allí es inestable, aparte de la mafia. Ha habido poquísimos gobiernos que hayan durado una legislatura desde la 2ª G.M., aunque siempre ganaba el mismo partido coaligando, la Democracia Cristiana.
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