¿Qué es lo que ocurre exactamente en Israel y Palestina? Las televisiones nos ofrecen una ración diaria de noticias sobre muertes en Oriente Medio. Sin embargo, nunca se detienen a explicar las causas del conflicto bélico más largo de la historia. Conocemos su existencia, pero desconocemos la naturaleza del asunto.
El conflicto árabe-israelí es una guerra de religión, de territorios y de intereses económicos. O lo que es lo mismo, una guerra entre judíos y musulmanes, entre israelíes y palestinos, entre la influencia capitalista estadounidense y la economía tradicional árabe. En realidad es mucho más que todo eso, pero no he encontrado otra manera de simplificar una disputa de más de cien años.
A lo largo de la historia, el pueblo judío ha vivido siempre disperso por diferentes puntos del mundo. En muchos momentos, fue perseguido e incluso padeció intentos de exterminio como el del Holocausto nazi. Un día, Gran Bretaña tuvo la genial idea de reagrupar por fin a todos los judíos en un mismo territorio, obviando que ese lugar no estaba vacío, sino habitado por palestinos.
Ante la imposibilidad de conciliar a ambas poblaciones, los británicos se lavaron las manos, sus tropas abandonaron la región y el marrón recayó en la ONU. De ahí en adelante la historia es muy sencilla: ataques terroristas palestinos respondidos por el potente ejército israelí, que nunca ha dejado de tener el apoyo implícito de los Estados Unidos. Muertes que silencian a otras muertes. Un menú compuesto de pólvora, metralla y sangre.
Estamos ante un laberinto enrevesado, con pocas luces de tener un final feliz. Responder de manera violenta los actos terroristas es convertirse en un grupo simétrico, pero la solución del diálogo, más idílica para todos, presenta el inconveniente de sentar en una mesa a unas personas dogmáticas que llevan tesis capitalistas en sus carpetas y a otras cuyo único papel es el Corán y que para hablar no utilizan micrófonos, sino bombas.
A juicio personal y a mi pesar, no veo una solución para el conflicto árabe-israelí. Para que ese derramamiento de sangre concluya una de las dos partes debe ceder, y ceder en ese contexto es perder y decir que todos los que murieron por tus ideas lo hicieron en vano. El panorama es crudo y las posibles soluciones no tienen fundamento. El muro que empezó a construir Israel no servirá para nada, porque las barreras físicas nunca acabaron con las barreras ideológicas. Berlín está de testigo.
2 comentarios:
Me ha gustado bastante esta entrada, ya se lo comenté al autor personalmente. Este artículo analiza datos y combina dos elementos fundamentales en el periodismo de hoy día: la contextualización mediante datos y el lenguaje no excesivamente rígido, ameno. No da una solución al conflicto, no es su misión, pero plantea el conflicto al lector para darle la libertad de interesarse sobre el tema, si es su deseo.
Como apunte, me gustaría señalar la misión geopolítica de Israel en la zona. Hay analistas malpensados, entre los que me incluyo, que creen que Israel y USA se llevan tan bien por estos intereses geoestratégicos.
El conflicto árebe-israelí interesa a Estados Unidos, en el sentido de que azuza el terrorismo de origen islamista (la excusa de USA para su política exterior expansionista). Muchas coincidencias hacen ya sospechoso este amiguismo especial entre USA e Israel.
Israel viola las normas de la ONU, está en posesión de armas de destrucción masiva y cuando se estaba dando un proceso de paz en la zona, el ejército israelí embistió duramente contra Gaza, matando a cientos de personas. Eso sí, el ejército hebreo es el más profesionalizado del mundo y con la tecnología más sofisticada proveniente de ¿adivinan quién?
Puede que mi apreciación haya sido un poco tendenciosa, pero es que tengo cierta animadversión por la política estadounidense y su sistema. Seguramente, los otros también tendrán muchos fallos, pero USA me da más coraje porque van en nombre de la libertad, la "justicia infinita", la "paz duradera" y todos esos eslóganes de la política virtual tan frecuente en aquella zona del planeta.
Me encantaría haber argumentado alguna solución para este conflicto, por utópica que fuera, pero es que no la veo en estos momentos...
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