martes, 3 de junio de 2008

El grito de la calle

Hace menos de veinte años, un hombre se puso delante de una columna de tanques que se disponía a aplastar una manifestación en la plaza de Tiananmen (Pekín). Pacíficamente, le pidió a los militares que dieran la vuelta y dejaran de matar civiles. Ese es el símbolo de las manifestaciones a nivel mundial. Sin embargo, las grandes manifestaciones de hoy día merecen una reflexión en voz alta. Ya no tienen ni un ápice de espontaneidad, ni de reivindicación popular ni tampoco de verdadera denuncia social. Es el mundo al revés, porque son los propios partidos políticos (incluso estando en el poder) los que convocan, orquestan y guían a las personas como si fuéramos marionetas.

Y eso se aprecia en las pancartas, que ya no son manuscritas sino perfectamente mecanografiadas, en la simbología que reparten antes de echar a andar y en los vítores que unos cuantos cabecillas se encargan de divulgar. Lo importante ya no es creer en el lema, sino aprovechar la oportunidad para desgastar a un Gobierno o sacar cualquier otro tipo de tajada política. Luego llega el baile de cifras. Unos tratan imperiosamente de inflar el número de asistentes y otros de menguarlo lo máximo posible. ¿Pero es posible medir exactamente la opinión pública en una manifestación? Se pueden contar los ciudadanos que se han echado a la calle, pero no los que se han quedado en casa por indiferencia o porque no están de acuerdo. El grito de una persona siempre es más ruidoso que el silencio de millones de ellas.

Si lo trasladamos a nuestro país, me irrita que determinadas manifestaciones contra la guerra de Irak o las recientes enfocadas a la unidad familiar tomaran un cariz exclusivamente electoral y partidista. No me gusta tampoco que los principales sindicatos, UGT y CCOO, se hayan alineado de una manera tan descarada hacia un bando político. ¿Dónde está el espíritu de las movilizaciones de la Transición? Es una pena que simpatizantes de PSOE y PP sólo puedan caminar juntos en una manifestación si se ha producido una víctima mortal por el terrorismo. Estoy cansado de esta confrontación política entre partidos y medios de comunicación afines. Es hora de abrir los ojos y manifestarse precisamente contra eso.

1 comentario:

Yimi Zehcnas dijo...

Buena reflexión, especialmente la del primer párrafo, al estilo Chomsky.