viernes, 15 de agosto de 2008

El dichoso planeta rojo

Cuando escuchamos la palabra ciencia, automáticamente la asociamos a algo positivo, de progreso, provechoso para toda la humanidad. Pero no siempre es así. Gracias a esa misma ciencia se desarrolló la bomba atómica, se engendraron a los aliados de la polución y sobreviven las drogas en la actualidad. Pero la ciencia de por sí no es nada, es un simple instrumento sin vida, inanimado. El quid de la cuestión está en el uso que hacen de ella los científicos.

Me sirve esta pequeña reflexión introductoria para ahondar en la cuestión del planeta Marte. A veces da la sensación de que el día que un hombre ponga un pie en su territorio ya se habrá descubierto todo en esta vida. Hace unas semanas todos los medios de comunicación anunciaron a bombo y platillo que había evidencias de agua en el planeta rojo, que había pruebas de este asombroso hallazgo y que el mundo estaba de enhorabuena. Nos mostraron unas imágenes donde la nitidez brillaba por su ausencia y donde las formas podían sugerir cualquier cosa que pasase por nuestra cabeza. Menuda pantomima.

Pero ahora yo me pregunto: ¿Cuánto dinero cuestan esas investigaciones para averiguar si hay vida en otros puntos del universo? ¿Por qué todos lo vemos como un avance si en realidad no nos reporta ningún tipo de beneficio? ¿Por qué no emplear todo ese interés y esos medios tecnológicos en los sitios donde falta el agua y donde la vida está en peligro de extinción? En el Tercer Mundo se estarán preguntando cuándo pasará por allí la nave Phoenix para certificar que ellos también andan cortitos de agua.

2 comentarios:

Kiski dijo...

No me cabe la menor duda de que existe vida en otros planetas y, por qué no, más civilizada que la nuestra...

Un Saludo

Yimi Zehcnas dijo...

La importancia de la investigacion de otros planetas estriba en que, en un futuro, no cabremos en La Tierra y no habra recursos para todos. Lo que no se es cuando llegara ese dia. (Sin tildes, parece que en este teclado no las hay).