miércoles, 17 de septiembre de 2008

Heridas de guerra

Una guerra ofrece a sus coetáneos dos tipos de heridas: las físicas, que se traducen en sangre y muertes; y las no físicas, que son aún peores y consiguen transferir el ingrato de recuerdo de generación en generación. A pesar de no ser la única que ha habido en este país, la Guerra Civil comprendida entre 1936 y 1939 es la que más sigue dando que hablar. Quizás por su proximidad en el tiempo, o tal vez por la manera tan cobarde y traidora con la que se luchó en ambos bandos. Y es que no fue una contienda de ejércitos y campos de batalla, sino de retaguardias, de pelotones de fusilamiento, de chivateos, de falsas acusaciones, de gente no instruida con fusiles en sus hombros, de mentiras y de miedo.

En este caso en concreto, se puede afirmar sin ningún pudor que hubo un gran porcentaje de gente que no sabía por qué y para qué luchaba. El hecho de estar alistado en uno u otro lado no significaba que compartieran sus principios necesariamente. Lo que ocurre es que la propaganda en tiempos difíciles funciona a las mil maravillas y una vez que la pólvora estalla sabe alentar como nadie el odio entre rivales artificiales. En la guerra civil española hubo un grupo minúsculo de cabezas pensantes que llevó al país a una división de la que aún no se ha recompuesto al cien por cien. Por un lado, un elenco de fascistas de primer nivel con la idea autoritaria entre ceja y ceja. Y por el otro, una comparsa de republicanos aburguesados obsesionados con la Iglesia e incapaces de solucionar la miseria del pueblo.

Ahora el juez Garzón ha ordenado una investigación para conocer el nombre de todos los desaparecidos en fosas comunes durante la guerra y el franquismo. En mi opinión es una buena idea, aunque tardía. No entiendo la actitud del PP diciendo que esta medida abrirá heridas que ya estaban cicatrizadas. Y tampoco me creo la versión del PSOE que asegura que esto servirá para cerrarlas del todo. Son ellos, los políticos, los que tienen que sellar definitivamente este episodio, dejar de mirar atrás en sus campañas electorales y poner la vista en el futuro. Se les debería caer la cara de vergüenza de recurrir con tanta frecuencia al pasaje más humillante de nuestra historia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque te suene extraño viniendo de mí, no cambio ni una sola coma. No puedo estar más de acuerdo.

Juan Manuel Oropesa Ruiz.

Anónimo dijo...

Soy descendiente de una persona que murió en la guerra, sin saber por qué.Lo alistarón en un bando del cual ni sabia su identidad.Los chivateos entre los mismos vecinos, en aquella epoca, fué el desencadenante de que en los pueblos hubiera odio,envidia y señalamiento por cada bando.